Continuando con la entrada Sistemas de calefacción en el sector residencial (I), valoramos la problemática de los sistemas de calefacción centralizados.
Las comunidades de propietarios. Ventajas, inconvenientes y soluciones
Gestionar un sistema de calefacción de una instalación centralizada antigua no era un trabajo muy reconfortante. Además de decidir en junta de vecinos cuando se encendía y se apagaba el sistema, no había regulación, con las consiguientes incomodidades. Para que la temperatura de confort estuviese a gusto de la mayoría (generalmente los pisos centrales), había que impulsar suficiente calor, lo que provocaba que os habitantes de las plantas bajas y primera tuvieran un exceso de calor, viéndose obligados a abrir las ventanas, y los habitantes de las últimas plantas (sobre todo si el edificio era alto) requerían de un sistema complementario de calefacción, pues de lo contrario tenían frío. Las disputas entre vecinos venían porque todos pagaban a partes iguales, por lo que el que tenía frío no veía cubiertas sus necesidades igual que uno de la planta intermedia. O sea, un auténtico desbarajuste.
Así pues, de un tiempo a esta parte y para evitar problemas, la tendencia general en edificios en bloque de nueva construcción está encaminada a la instalación de calefacción individual, con una caldera por vivienda. De este modo, cada familia gestiona de forma individual su calefacción, ya sea en temperaturas, horarios o temporada sin tener que someter su criterio a ningún vecino.
Sin embargo, un sistema centralizado es más económico y rentable que un sistema individual. Varias afirmaciones lo demuestran:
- La inversión total en la instalación de un solo sistema de calefacción centralizado es menor a la suma del coste de instalación de todas las calefacciones individuales de un edificio.
- La variedad de combustibles, incluido algunos renovables (como la geotermia o la biomasa) son mayores que en calefacción individual, limitándose ésta solo a gas natural o gas propano.
- La caldera centralizada requiere menos potencia térmica que la suma de potencias necesarias para todas las calefacciones individuales, de lo que se desprende que su consumo energético será menor que en estas últimas.
- La vida útil de una caldera centralizada es mayor que en la mayor parte de calderas individuales. Además su rendimiento térmico suele ser mejor.
- También son mas económicos los gastos de mantenimiento anual y reparaciones, que se reducen a una sola factura, a repartir entre todos los vecinos, que en el caso de una caldera individual, que el propietario asume toda la responsabilidad y coste de su mantenimiento.
- El reparto del tiempo de calor (por tanto el aprovechamiento de la inercia térmica) se suele producir en edificios con calefacción centralizada, principalmente si hay personas de avanzada edad.
Como hemos dicho, antiguamente la regulación del calor era un grave problema para este tipo de instalaciones. De un tiempo a esta parte, mediante diversos sistemas, se ha conseguido solventar todos los inconvenientes que presentaban las instalaciones centralizadas, con algunos elementos, como son la termorregulación de las temperaturas de forma individual y el contador de calor.
La termorregulación de temperatura
Es fundamental para el buen rendimiento de una instalación el correcto dimensionado de la misma, de forma que garanticemos el máximo confort, tanto en situaciones excepcionales de frío extremo, o cuando las temperaturas son más favorables.
Así pues, se hace imprescindible una regulación correcta de temperatura en las estancias, que nos garantice una temperatura constante, independientemente de las condiciones climáticas que haya en el exterior.
Hasta hace poco, esto era inviable en los sistemas de calefacción centralizada más antiguos, que tan solo disponían de una centralita de control, en la que se establecían los horarios de funcionamiento del sistema y la regulación de la temperatura de impulsión en función de la temperatura exterior. De este modo, la temperatura de entrada del agua en los radiadores de las estancias era la misma, independientemente de las características de la habitación en cuestión y de las necesidades de cada usuario.
Este sistema de regulación es precario, al no tener ningún parámetro fiable con el que diferenciar a los usuarios. Sobre todo si, como era bastante habitual, el equilibrado del sistema de calefacción era poco fiable y se establecía “de fábrica”.
Esto provocaba diferencias importantes entre estancias. Si la temperatura era idónea en las primeras plantas del edificio, la última estaba fría y viceversa. Si conseguíamos una temperatura de confort en la última planta, eso significaba calentar en exceso las zonas más calientes. No se tenía en cuenta la orientación de las fachadas, norte o sur, los pisos interiores y los que daban al exterior, etc.
La consecuencia era obvia. Derroche de energía, disconfort en todos los usuarios, problemas en las Juntas de comunidad, etc.
La posibilidad de instalar válvulas termostáticas en cada radiador, permite que se puede regular la temperatura de cada habitación, de manera que podríamos aprovechar el calentamiento del sol a través de las ventanas, o cuando la habitación está muy concurrida. Estas válvulas regulan la entrada de agua caliente de forma automática, cerrándose en cuanto la temperatura ambiente se acerca a la deseada, desviando el agua caliente a aquellos radiadores aún abiertos de la vivienda.
Una de las grandes ventajas de estas válvulas es que si en las plantas bajas se ha conseguido llegar a la temperatura de confort, las válvulas cierran automáticamente el radiador, permitiendo que todo el agua caliente de la tubería general se vayan a las plantas que más lo necesitan.
Para su implementación basta con sustituir la válvula de cierre del radiador por la nueva válvula termostática, vaciando previamente el circuito de calefacción. El ahorro de energía que puede alcanzarse instalando este tipo de válvulas puede ser superior al 20%.
El contador de energía térmica
Otro de los caballos de batalla de los sistemas centralizados era el reparto de cuotas de calefacción, ya que pagaba lo mismo el que estaba en casa las 24 horas como el que no estaba durante todo el día.
Este inconveniente queda anulado con el contador de contador de energía térmica. Este dispositivo, instalado de forma individual, consigue que cada propietario pague solo el calor que realmente consume.
No obstante, conviene puntualizar que con el contador de calor no independizamos todos los costes de calefacción a cada usuario, sino solo los de consumo. Al igual que sucede con la electricidad, la factura del gas se compone de una cuota fija (término fijo) que se paga siempre, independientemente de si hay o no consumo, y una cuota variable (consumo energético). La cuota fija se reparte entre todos los vecinos en partes iguales.
Además hay que añadirle los costes de mantenimiento que sean comunes para el edificio, como son la/s caldera/s y aquellos aparatos conectados al sistema de calefacción.
Conclusiones
Así pues, aquellas comunidades que, hartas de pelear por la calefacción, valoren la posibilidad de instalarse sistemas individuales, con el coste de equipos y mano de obra que conlleva, deben CONSIDERAR LA IMPLEMENTACION DE ELEMENTOS QUE AHORREN ENERGÍA Y QUE PERMITAN AL USUARIO ABONAR LA CANTIDAD DE ENERGÍA QUE REALMENTE CONSUME, consiguiendo la misma autonomía que con un sistema individual, pero sin necesidad de obras y con unos costes de mantenimiento mucho menores que con un equipo individual, al repartir el gasto de las revisiones entre todos los vecinos.