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Siguiendo con nuestro artículo anterior, en el que indicábamos qué era la eficiencia energética, a grandes rasgos, rescatamos el concepto de dónde empieza la eficiencia energética y qué podemos conseguir con ello.

Partiendo de nuestro axioma, que dice que “eficiencia energética es la relación entre el Máximo Confort con el Mínimo Consumo” o la “Máxima Calidad con el Mínimo Coste”.

En primer lugar, todo parece indicar que lo primero que tenemos que saber es CUANTO gastamos. Los “muchos”, los “pocos”, los “bastantes” y los “demasiados” no son sistemas de medida que nos puedan arrojar un dato lo suficientemente fiable como para establecer una comparativa en el tiempo.

Así pues, la premisa primordial es MEDIR. No importa de lo que estemos hablando. En definitiva, medir se basa en comparar algo con un patrón establecido y en nuestro caso puede ser comparar nuestro consumo mensual con respecto al mes anterior, en parecidas circunstancias de uso.

Generalmente, cuando hablamos de ahorro energético, hablamos de calor, de energía eléctrica, de combustible, de agua.

Para hacernos una idea de lo que consumimos, podemos tomar como referencia de uso estos medidores (que casi todos tenemos en nuestras viviendas). Ellos nos sirven para darnos una idea de la cantidad energética que consumimos en un intervalo determinado de tiempo.

Pero estas lecturas nos indican exclusivamente la cantidad de energía que hemos gastado durante un período de tiempo, pero no nos van a facilitar muchos datos más.

Para conocer datos más profundos requeriremos equipos más sofisticados que nos arrojen algo más de luz sobre nuestro entorno. A título meramente informativo, mostramos algunos de los más usuales utilizados en una auditoría energética.

Generalmente, los equipos de medida con cierta precisión son muy caros para instalar en una instalación individual, aunque en ocasiones se están empezando a comercializar equipos a muy bajo coste (el analizador de redes empotrado en carril DIN, por ejemplo).

Una vez que sepamos lo que consumimos debemos de plantearnos dónde y como reducir nuestro consumo energético. Podemos tomar las siguientes medidas.

  1. Analizar el sector al que nos estamos dirigiendo. No es lo mismo el consumo que hay en una vivienda, que en una oficina o una industria. Las posibilidades de ahorro siempre son distintas, tanto a nivel de sector genérico como de zona climática, pero sobre todo a nivel individual.
  2. Análisis de nuestro consumo, hábitos de consumo y costumbres “poco energéticas”. Equipos de climatización o calefacción encendidos sin ningún tipo de regulación, iluminación excesiva o poco eficiente, sistemas de agua poco eficaces, así como un nulo control de nuestros sistemas provocan un chorreo permanente de gasto energético y, consecuentemente, de dinero.
  3. Promover el ahorro energético con medidas sencillas y de coste ínfimo e incluso nulo. Echarle imaginación, aplicar sentido común. Gestos como subir un grado el termostato de la refrigeración o bajarlo un grado el de la calefacción puede suponer un importante ahorro sin una merma de confort significativa. Flexibilizar el encorsetamiento de corbatas y chaquetas en verano, fomentar la ventilación natural a primera hora de la mañana y última de la tarde (incluso ventilación nocturna) con el fin de reducir la carga térmica de la estancia o edificio.
  4. Analizar nuestra tarifa energética. No siempre tenemos la que más nos conviene, e incluso tenemos contratada más de la necesaria para evitar tener problemas de cortes de luz o de sobrecostes por exceso de potencia. Un histórico de nuestra facturación energética nos ayuda a desvelar algunas claves estacionales de nuestro consumo. No obstante, nos interesa conocer nuestra curva diaria de consumo, para saber dónde y cuando consumimos más y estudiar la forma que hay de poderla reducir. Verifiquemos que los consumos que nos marca la factura son reales y no son solo los que dice la compañía energética.
  5. Evitar los consumos pasivos. Generalmente, un 30-40% de los consumos que se producen suelen producirse en horas de “no utilización”. Es decir, derrochamos energía a mansalva. Es importante monitorizar para conocer qué sistemas están operando y cuando.
  6. Evitar la energía reactiva y los armónicos. La energía reactiva es una energía que no se utiliza. Viene motivada por arranques de equipos eléctricos y electrónicos, como motores, equipos informáticos, fluorescencias, etc. La energía reactiva desvirtúa la calidad de la red, provoca calentamiento de los cables y está fuertemente penalizada por las compañías eléctricas. En cuanto a los armónicos, producen fluctuaciones en la red que pueden llegar a provocar el mal funcionamiento de equipos electrónicos. Debemos “limpiar” nuestra red eléctrica para un mejor aprovechamiento de la misma.
  7. Concienciación, información. Ser realistas de que los costes por consumo energético siempre van a subir. Tomar conciencia de que todo lo que podamos reducir irá en nuestro propio beneficio.

Hacer partícipes a nuestro entorno de nuestros objetivos, nuestros logros, nuestras medidas a tomar. Implicar al personal a nuestro cargo, con información y participación proactiva del personal.

Actualizarse con métodos y recursos a implementar. Pequeños “trucos” para reducir energía, sopesar la posibilidad de implantar energías renovables, controlar y sistematizar nuestros sistemas.

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Desde que habilitamos esta bitácora, nunca habíamos hablado de forma sencilla y amena sobre nuestra labor: la eficiencia energética.

Hoy queremos tocar un poco el por qué de la eficiencia, qué es y para que sirve y que, en contra de lo que mucha gente cree, la eficiencia energética puede ser económica y sobre todo rentable. En posteriores entradas abundaremos más sobre algunos temas, pero como toma de contacto es importante contar con unos conceptos sencillos y claros.

Corren tiempos en los que, lamentablemente, el impulso económico de este país no llega y parece que únicamente consiguiendo abrir mercado lograremos salir de este bache. Pero no hay que olvidar que en cualquier cuenta de resultados, ya sea la de Microsoft, como la de Pepín Pobrete, el principio del beneficio es el mismo. Beneficio es la diferencia entre el ingreso y el gasto.

Así pues, puedes obtener el mismo beneficio ingresando 100 y gastando 70 (beneficio de 30) que ingresando 70 y gastando 40 (beneficio de 30). Lo ideal sería un ingreso de 100 y un gasto de 40, ese debe ser nuestro objetivo.

Tenemos la falsa idea que la energía y el agua son fáciles de conseguir, pues no tenemos más que abrir el grifo para que salga agua, si lo giramos a la izquierda además la obtendremos caliente, y que enchufamos la tele y tenemos electricidad. Pero el proceso de generación, transporte y distribución de la energía es mucho más complejo que todo esto.

El modelo energético actual, eso no se le escapa a nadie, está abocado a un estrepitoso fracaso. Somos conscientes de que hay escasez de petróleo, de que no tenemos demasiada agua y de que, cada dos por tres, nos suben el recibo de la luz.

Además, el coste medioambiental que esto supone es gravísimo, somos parte responsable del cambio climático, del calentamiento global y de la polución masiva en las ciudades, hipotecando el futuro de las próximas generaciones por un mal interpretado confort.

Es algo está en nuestra conciencia, pero de forma muy amortiguada, como si no quedase otro remedio que asumir el coste que hay y que, si queremos seguir con nuestro actual ritmo de vida, estamos obligados a consumir esa energía.

La tecnología actual y los conocimientos adquiridos hacen que podamos tener ese “bienestar” sin necesidad de derrochar energía.

El concepto de la eficiencia energética es el siguiente: se trata reproducir luz o calor o frío necesarios, con un consumo mínimo de combustible es decir sacar el máximo partido posible de la energía.

Es habitual pensar que para cubrir nuestras necesidades necesitamos una cierta cantidad de kWh o de m³ de gas natural, pero eso no es cierto. Lo que en realidad necesitamos es agua caliente para ducharnos, luz para poder leer el periódico tranquilamente a una temperatura confortable.

Podemos leer el periódico de igual forma con una lámpara incandescente que con una de bajo consumo, o con un fluorescente, o una lámpara LED. El efecto es el mismo, leer el periódico, el coste que nos producirá será menor en función de la tecnología que empleemos. En eso consiste la práctica de la eficiencia energética: empezamos por considerar nuestras necesidades y luego estudiar como pueden ser satisfechas con el menor gasto posible energía de fósil.

Desde Ephícere entendemos la eficiencia energética con una simple relación.

 

 

 

La eficiencia, como veremos en posteriores entradas, puede ser aplicada en todas las facetas de nuestra vida, no solo en el ámbito laboral o en el doméstico. Una puerta mal cerrada puede producirse en una oficina, un taller, una casa, un comercio, un cuartel o una iglesia. El efecto siempre es el mismo. El calor va a donde no debe. En verano se nos cuela y en invierno se nos escapa.

La labor de Ephícere en este sentido es precisamente conocer DONDE se están produciendo los derroches energéticos y PONERLES REMEDIO a precio razonable, en ocasiones con medidas gratuitas (no sabéis la cantidad de hábitos, soluciones y medidas que se pueden tomar o cambiar con un coste ínfimo o sin coste alguno).

De eso se trata. De sacarle partido a nuestros equipos, de implementar soluciones y hábitos que hagan que nuestra facturación energética se vea reducida de forma drástica y nos libere un poco del ahogo que cada fin de mes sufrimos en nuestra economía.

SER RESPONSABLES DE NUESTRO CONSUMO ENERGÉTICO NOS AYUDA A NO DETERIORAR MAS EL MEDIO AMBIENTE, NOS AHORRA DINERO Y NUESTROS EQUIPOS DURAN MAS.

¡¡¡TODO VENTAJAS!!!

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PROYECTO SECH-SPAHOUSEC

El IDAE ha presentado estos días pasados un estudio exhaustivo en el que da a conocer las características y consumos energético en el sector residencial español.

Promovido por Eurostat, que es la oficina de estadística de la UE, y dentro del programa SECH (Statistics on Energy Consumption in Households), el IDAE, en colaboración con el MITyC elaboraron el proyecto SPAHOUSEC, que constituye la versión española del SECH y que es la realización a nivel nacional de un estudio sobre consumos energéticos en el sector residencial.

Para la elaboración del estudio, se ha recopilado información de las siguientes formas:

– 6.390 entrevistas telefónicas un nivel de confianza del 95% y un error máximo absoluto de ±3%.

– 3.035 hogares han sido visitados para la realización de las encuestas presenciales, con un nivel de confianza del 95% y un margen de error del 1,78%.

–  Se efectuaron mediciones energéticas en 600 viviendas representativas de las 3 zonas climáticas consideradas en el estudio y teniendo en cuenta 2 tipologías de viviendas: vivienda en bloque y vivienda unifamiliar, abarcando las estaciones de verano, otoño e invierno, así como cuatro días, dos laborables y dos festivos. Por consideraciones económicas la estación de primavera se ha equiparado con la de otoño.

– Se realizó una encuesta a un total de 100 Administradores de fincas, 33 por zona climática, que informaron sobre consumos energéticos por tipo de fuente energética, gastos asociados a los mismos, superficie climatizada y servicio común para un total de 3.656 viviendas con instalaciones comunes de calefacción y/o agua caliente sanitaria.

– Se solicitó Información a los comercializadores de energía y de consumos de energías renovables.

El estudio se ha realizado teniendo en cuenta una Distribución territorial de las zonas climáticas, que son:

–          Zona Atlántico Norte

–          Zona Continental

–          Zona mediterránea

Distribución Territorial de las Zonas Climáticas españolas

Distribución Territorial de las Zonas Climáticas españolas

RESULTADOS

El sector residencial supone en España, y en términos de energía final, el 17% del consumo energético final total y el 25% de la demanda de energía eléctrica.

Este sector, junto al sector servicios, es el que, en los últimos años, ha registrado mayor crecimiento tanto en su consumo como en su intensidad energética asociada. Los factores mas influyentes han sido: la tendencia al alza de sus consumos energéticos, tales como el incremento del número de hogares, el mayor confort requerido por los mismos y, consecuentemente, el aumento de equipamiento.

El 70% de los hogares españoles se encuentran enclavados en bloques de viviendas y el 92% de ellos tiene su vivienda en régimen de propiedad, siendo de un 98% en el caso de viviendas unifamiliares. En la zona climática del Atlántico Norte la incidencia de viviendas en bloque es ligeramente superior a la media, con un porcentaje del 74%.

Casi la mitad de las viviendas españolas (un 49%) fueron construidas entre 1979 y 2005. La mayoría de las viviendas unifamiliares han sido construidas en los últimos 30 años, teniendo por tanto una construcción más reciente que las viviendas en bloque.

El consumo medio del hogar español es de unos 10.500 kWh al año, unos 0,85 tep anuales. Las viviendas en bloque de la zona Mediterránea son las menos intensivos en energía, (con 0,53 tep anuales), mientras que las viviendas unifamiliares del sector continental son las más consumidoras (1,69 tep/año).

Se estima que las viviendas unifamiliares consumen de media 2 veces más que los pisos.

Destacan también los resultados del consumo en standby que alcanzan casi el 7% del consumo eléctrico, superando ampliamente a los consumos en refrigeración y equiparándose con los correspondientes a las lavadoras.

Sectorizado por servicios, se obtuvieron las siguientes conclusiones:

Calefacción: Las viviendas unifamiliares son las más equipadas con el servicio de calefacción. En la mayoría de los hogares existe multiequipamiento, con 1,3 tipos de calefacción de media por hogar (radiadores/calefactores, caldera, etc.). En el 82% de los hogares con calefacción, ésta suele ser individual, y tan solo en el 8% disponen de calefacción central. El 70% de estos hogares posee algún sistema de control de calefacción, ya sea termostato u otro sistema de regulación de temperatura.

El equipo de calefacción más utilizado es la caldera convencional, y se encuentra en la mitad de los hogares españoles. Destacar la poca aportación en calderas de condensación, limitándose al 1% de los hogares con calefacción.

La antigüedad media de este equipamiento es de 8,4 años. Las calderas convencionales tienen una antigüedad media de 10 años, mientras que las antigüedades de las calderas de condensación son 5,6 años y las bombas de calor reversibles son de 6,6. Las fuentes energéticas utilizadas mayoritariamente en calefacción son la electricidad (46%) y el gas natural (32%). En zona Mediterránea es mas común el uso de la electricidad, mientras que en la zona Continental, ocurre lo propio con el gas natural.

Agua Caliente Sanitaria (ACS): Hay un amplio predominio de sistemas individuales. El equipo más utilizado es la caldera individual, siendo la antigüedad media de los equipamientos de 7 años.

Las fuentes energéticas más utilizadas son el gas natural (40%), el butano (26%) y la electricidad (22%).

Refrigeración/Aire Acondicionado: El 49% de los hogares españoles dispone de algún tipo de sistema de aire acondicionado, básicamente de tipo individual. El equipo dominante es la bomba de calor reversible con una penetración a nivel nacional del 78%.

La antigüedad media de los sistemas de refrigeración es de 6,2 años. La electricidad es la fuente energética única en este tipo de servicio en todos los hogares analizados, disponiendo el 62% de los hogares de algún sistema de regulación de temperatura.

Cocina: En su mayoría la cocina suele ser de gas (31%) y vitrocerámicas (30%). La antigüedad media de las cocinas es de 9 años, Las cocinas de gas tiene una media de más de 11 años, mientras que las eléctricas tan solo 3 años, especialmente las de inducción.

La fuente energética utilizada mayoritariamente en las cocinas españolas es la electricidad, seguida por el gas natural o el GLP.

Iluminación: La media de bombillas en una vivienda es de 23, equivalente a 3 por estancia.

La mayor penetración en los hogares se ha producido con las bombillas de bajo consumo (86%), aunque las bombillas convencionales, son las más abundantes en una vivienda, con una media de 8,3 bombillas por hogar sobre las 7 bombillas por hogar para las de bajo consumo. Las bombillas LED apenas alcanzan un 1% de penetración en los hogares.

Electrodomésticos: Un 44% de los usuarios conocen la etiqueta de los electrodomésticos eficientes. La clase energética más conocida es la Clase A, con una penetración media nacional del orden del 40%. Los electrodomésticos de clase A++ más incidentes son los frigoríficos, lavadoras y lavavajillas.

La antigüedad media de los electrodomésticos varía según el tipo de equipo del que se trate. Para los electrodomésticos de gama blanca oscila entre 6 y 8 años. Y para los de gama marrón oscila entre 9 años en el caso de las cadenas de música y 3 años en los equipos módem/ADSL.

Standby: La opción Standby está presente comúnmente en los aparatos de gama marrón. El 79% de los hogares dispone de este tipo de dispositivo en su televisor. Esto significa el consumo de Standby está intimamente ligado a los televisores. Cada hogar dispone un promedio de 1,6 televisores con standby.

Consumo Energético del Sector Residencial en España

Como se ha indicado, el consumo medio de un hogar español es de 10.521 kWh/año (0,038 TJ), en el que se debe estacar que el consumo de combustibles es 1,85 veces superior al consumo eléctrico.

El mayor demandante de energía en las viviendas españolas, es el servicio de calefacción, con un 47%, casi la mitad del consumo de todo el sector seguido de los electrodomésticos, el agua caliente sanitaria, la cocina, la iluminación y el aire acondicionado.

El 62% del consumo eléctrico obedece al equipamiento de electrodomésticos, seguido de la iluminación con un 12%, la cocina con un 9% y los servicios de calefacción y agua caliente con un 7% cada uno.

Dentro del apartado de electrodomésticos, el mayor consumidor es el frigorífico, seguido de TV y lavadoras. El consumo de Stand-by representa un 11%, 3 puntos por encima del horno, y 5 del lavavajillas, y casi tres veces superior al consumo de refrigeración, lo que significa que casi un 7% de la energía que consumimos la estamos tirando a la basura con el famoso stand-by.

Consumo Energético según Tipo de Vivienda

El consumo medio de las viviendas en bloque es de 7.859 kWh al año (0,028 TJ), inferior en un 25% al consumo de la vivienda media nacional. Sin embargo, el consumo medio de las viviendas unifamiliares es 17.012 kWh/vivienda (0,061 TJ), casi el doble del consumo de la vivienda media nacional.

Esto indica que los consumos de las viviendas unifamiliares son mucho mayores que los de las viviendas en bloque, sobre todo en lo relativo a consumos asociados con calefacción. El consumo total de una vivienda unifamiliar es dos veces mayor que el consumo de la vivienda en bloque, siendo el consumo de calefacción cuatro veces superior.

4.6.-Resumen de los Consumos Totales y Medios del Sector Residencial

El hogar medio español consume alrededor de 35,7 TJ anuales (0,852 tep/v.v.). Por tipo de vivienda, los consumos medios en viviendas en bloque son 0,652 tep/v.v. y los de de las viviendas unifamiliares de 1,318 tep/v.v.

Una comparativa de consumos entre la información dada por SPAHOUSEC y las aproximaciones realizadas por IDAE arroja los siguientes datos:

Se puede ver que:

–          Hay una reducción en los consumos de calefacción.

–          Hay una reducción en los consumos de ACS bastante acusada.

–          Hay una reducción en los consumos de Refrigeración.

–          Hay una reducción en los consumos de iluminación.

–          Hay un aumento de consumos en los electrodomésticos (posible aumento de equipamiento).

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